jueves, 5 de septiembre de 2019

¿Cómo soy frente a la escucha? El arte de saber escuchar

Es probable que muchos de nosotros nos consideremos competentes escuchando a otras personas. Sin embargo, muchas veces solo oímos... La inmediatez de los tiempos actuales y la conexión permanente a los medios digitales, muchas veces no nos facilitan detenernos a escuchar lo que nos están diciendo y creemos interpretarlo todo solo con las primeras palabras, o inclusive antes de decirlas. La ansiedad juega en contra. 


Oír y escuchar no es lo mismo. Cuando oímos nos limitamos a observar lo que la persona piensa, cuando escuchamos pensamos junto a la otra persona. 
  • Oír es pasivo
  • Escuchar es activo
Los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través de él. Al decir lo que decimos, al decirlo de un modo y no de otro, o no diciendo cosa alguna, abrimos o cerramos posibilidades para nosotros mismos y, muchas veces, para otros. 

No solamente nos gusta contar cuentos o escuchar cuentos, muchas veces creemos los cuentos que contamos y vivimos de acuerdo a ellos, nuestras historias nos constituyen.

Nos relacionamos con el mundo y lo leemos a través de todos nuestros sentidos. Cada detalle que detectamos, nos suma información. La forma como percibimos y lo que percibimos afecta nuestras conversaciones. Para escuchar es necesario poder percibir e interpretar lo que percibo. Y para ello se desarrollan dos tipos de conversaciones: Públicas (lo que digo y transmito mediante el lenguaje: "¿qué necesitas?") y Privadas (lo que pienso pero no digo: "¿Porqué no dijiste nada esta mañana?!... Ahora querés que te resuelva todo!!!!!"). Muchas veces estamos hablando con una persona, pero pensando en lo que tenemos que hacer después o en aquello que nos quedo pendiente.

Hablamos para ser escuchados. A las personas nos gusta que nos escuchen. El escuchar valida el hablar, pero el hablar no garantiza el escuchar: cada uno dice lo que dice y el otro escucha lo que escucha. Escuchamos desde nuestra historia. La escucha es activa. 

En toda conversación hay tres ingredientes biológicos fundamentales: el lenguaje, la emocionalidad y la corporalidad, que hacen al momento de la escucha. 

"Entre lo que pienso, lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, lo que entiendes, existen nueve posibilidades de no entenderse". 

Algunos autores definen varios tipos de escucha, en este caso vamos a sintetizarlas en 4 grupos principales:
  • Escucha inactiva: cuando escuchamos solos las palabras que "entran por un oído y salen por el otro".
  • Escucha selectiva: filtramos el mensaje, es decir, prestamos atención a aquella parte que consideramos más importante para nosotros.
  • Escucha reflexiva: reflexionamos e indagamos sobre lo que se está diciendo para lograr un mutuo acuerdo. 
  • Escucha activa: obtenemos con atención la totalidad del mensaje, interpretando el significado, a través del mensaje verbal y no verbal de nuestro interlocutor. 
¿Cuál es tu escucha? ¿De que te diste cuenta?

Por César Covi

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