viernes, 7 de febrero de 2020

¿Cómo hacemos lo que hacemos? El amor en la terapia




Pienso que es biológico todo suceder que implique la realización del vivir de por lo menos un ser vivo. 

Nosotros pertenecemos a una cultura, a una tradición de pensamiento filosófico en la cual la pregunta fundamental ha sido la pregunta por el ser, la búsqueda de la identidad del ser, la búsqueda de su esencia. En otras palabras, lo que propongo es cambiar pregunta por el ser, por la pregunta por el hacer, y preguntar: ¿Cómo hacemos lo que hacemos?. O mejor, dos preguntas relacionadas: ¿Cómo es que conocemos? y ¿Cómo es que amamos? y también ¿Cómo es que podemos no amar?. Así, en el fondo lo que hacemos es preguntarnos por nosotros mismos. 

¿Quién es el observador? cualquiera de nosotros, y como somos seres vivos y operamos en la realización del vivir, la pregunta es ¿Cómo operamos como observadores en la realización de nuestro vivir?. Si dejamos de vivir, no hay pregunta de ninguna clase, no hay reflexión filosófica, no hay reflexión científica,no hay que cocinar, no se hacen edificios, no pasa nada. El vivir es esencial para la realización de todo lo que hacemos como seres humanos. Y todo lo que hacemos los seres humanos ocurre en la realización del vivir, en la praxis del vivir. 

Pero además el vivir nos sucede, no lo hacemos nosotros, nos encontramos viviendo en el momento en que nos preguntamos por el vivir, igual que el burgués gentil hombre de Moliere que se encuentra hablando en prosa cuando reflexiona sobre como habla, y descubre que habla en prosa. Nos encontramos ya en el "suceder del vivir" cuando nos preguntamos por el vivir. Al mismo tiempo la experiencia es lo que distinguimos que nos pasa preguntándonos por lo que nos pasa. 

Si no nos preguntamos cómo hacemos lo que hacemos, no pasa nada, seguimos haciendo lo que hacemos como si tuviésemos la capacidad de hacer lo que hacemos como una propiedad intrínseca. Pero si nos preguntamos ¿cómo hacemos lo que hacemos? abrimos un espacio de reflexión. Y la pregunta, por supuesto, lo que esta pidiendo es una explicación por respuesta, y ¿qué es lo que queremos escuchar?, la proposición de un proceso tal que si tuviese lugar el resultado sería lo que queremos explicar. 

Ese relato se transforma en explicación en el momento en que lo aceptamos, porque si no lo aceptamos no es explicación. Y esto lo aprendemos en nuestra casa, con nuestra mamá, papá, hermanos, profesores, cuando somos pequeños... Un niño de 7 u 6 años, sabe perfectamente bien el tipo de respuesta que quiere escuchar cuando quiere una explicación. "Mamá: ¿cómo es que yo nací?". Lo que quiere oír de respuesta es un relato de un proceso tal que si tiene lugar el resultado es la experiencia explicada. Si ese relato es aceptado es la explicación. De modo que a lo que uno se compromete si acepta la pregunta ¿cómo hacemos lo que hacemos?, es a proponer como respuesta un relato que muestre como lo que hacemos sería el resultado del proceso indicado por ese relato. Si no aceptamos la pregunta, no pasa nada. Pero si una vez que aceptamos la pregunta, nos preguntamos qué estaríamos aceptando al no aceptar la pregunta, aparece algo muy interesante. Se hace evidente que al no aceptar la pregunta por cómo hacemos lo que hacemos, estamos aceptando implícitamente que tenemos la habilidad intrínseca de hacer referencia a un mundo independiente de nosotros.  

Hablamos de las cosas que están ahí, fuera de nosotros. Y el que aceptamos que las cosas están ahí con independencia de nosotros se nota en los argumentos que damos al otro, y todo el mundo lo puede ver porque está ahí con independencia de lo que yo digo. Esa es la actitud cotidiana, así es como vivimos cuando no nos preguntamos porque hacemos lo que hacemos. 

Somos objetivos, esto indica que cuando uno dice lo que dice lo fundamentara afuera externamente de sí. Cuando a uno le dicen eres subjetivo, lo que le están diciendo es: los fundamentos de lo que tu dices no son externos a tí, sino que están en tí, hay una realidad independiente de uno desde donde se valida lo que uno dice. 

Por lo tanto para entender como hacemos lo que hacemos, tenemos que entender el vivir y que hacemos en el vivir, en el acto de conocer, y que pasa que nos equivocamos. ¿Cómo nos equivocamos? Nos encontramos con varias situaciones cotidianas, así estas dos primeras palabras: "ilusión" y "percepción". Cuando hablamos de percepción lo hacemos como si aquello que decimos que vemos fuese independiente de nosotros. Cuando hablamos de ilusión decimos que tuvimos una experiencia que vivimos en el momento de vivirla como una percepción, pero que después comparándola con otra experiencia nos dimos cuenta de que no era válida. Cuando uno vive una ilusión, uno la vive como una experiencia de percepción en el momento en que la vive, y es sólo después que la descalifica como ilusión. En la experiencia misma uno no sabe si lo que está viviendo después lo va a descalificar o no como una ilusión en relación a otra experiencia. 

Otras dos palabras son "mentira" y "error": la palabra mentira hace referencia que lo que se esta diciendo no es válido. El error ocurre después. Uno vive la experiencia que vive como válido en el momento de vivirla, y es solamente después, en relación con otra experiencia que puede descalificarla como un error. Cuando se disculpa por un error lo que pide es reconocimiento de honestidad, más allá de que no puede deshacer lo hecho.

La ilusión y el error o la equivocación nos muestran que no podemos validar lo que decimos a través de una pretendida referencia a una realidad independiente de nosotros. El error es una situación del encuentro de mi vivir con mi circunstancia, en la cual yo vivo una circunstancia como si tuviese un valor, una validez que después invalido en relación a otra circunstancia. Los seres vivos, como un aspecto intrínseco de nuestro ser seres vivos, no podemos distinguir en la experiencia misma entre lo que después diremos que fue una ilusión o que fue una percepción. Vivimos lo que vivimos siempre como válido. Pero tenemos un problema, decimos que aprendemos de los errores, pero los castigamos. Si uno no se da cuenta de que se equivocó va a seguir cometiendo los mismos errores. Así que,  por favor, cuando alguien diga que se equivoco, felicítenlo.

¿Con que validamos nuestro quehacer y nuestro explicar? Lo que es interesante es que en el momento en que uno se detiene a hacer la reflexión que de estamos haciendo, descubre que explicamos nuestras experiencias con la coherencia de nuestras experiencias. Así, nos damos cuenta de que vivimos muchos dominios de realidad, muchas realidades distintas. Pero para darme cuenta de esto necesito aceptar la legitimidad de la ilusión y por otro lado la legitimidad del error como un aspecto del vivir que no puede desdeñar. Tengo que aceptar que no tengo acceso a una realidad independiente para validar mi explicar, tengo que aceptar que no puedo exigirle al otro que vea lo que yo veo, tengo que aceptar que cuando hay una discrepancia con otro, el otro se encuentra moviéndose en un espacio de coherencia experiencial tan válido como el mío, aunque sea diferente, tengo que aceptar que un error es una afirmación hecha en un dominio y escuchada desde otro. Lo mismo es el caso de la ilusión: una ilusión es una experiencia vivida en un dominio que es considerada desde otro. 

Si el observador no acepta preguntarse como hace lo que hace, explica su experiencia buscando alguna referencia a lo objetivo, a lo que él o ella llama la realidad, y opera en el supuesto implícito de que él o ella tiene un acceso privilegiado a ver las cosas como son, ya sea directamente o según algún procedimiento racional. (Camino explicativo de la objetividad). Si el observador acepta la pregunta por el observador y el observar, se hace cargo de que en la experiencia misma no puede distinguir entre ilusión y percepción, y se da cuenta de que explicar su experiencia con coherencias de su experiencia. En este camino explicativo el observador es consciente de que no puede pretender explicar su experiencia haciendo alguna referencia a una realidad independiente de su operar. 

En la vida cotidiana transitamos de un camino explicativo al otro a través de nuestras emociones, en el curso de nuestro emocionear nos movemos en un camino explicativo o en otro. Emocionear es el proceso, la dinámica de fluir las emociones, como lenguajear es el fluir del lenguaje. Cuando queremos que el otro haga lo que nosotros queremos que haga, somo objetivos y realistas. Pero cuando nos interesa la compañia del otro, cuando lo que nos interesa es el otro, uno nunca es objetivo o realista. 

Cada vez que hablamos de emociones hablamos de algo que tiene que ver con nuestro vivir cotidiano, no con algo que tenga que ver con un mundo independiente de ese vivir. ¿De qué hablamos cuando hablamos de emociones? hablamos de conductas relacionales, distinguimos clases de conductas relacionales. Si atienden a las circunstancias en las cuales hablan de emociones, por ejemplo: si atienden a las circunstancias en las cuales hablan de miedo, ternura, amor, odio, agresión, si atienden a lo que hacen y se escuchan a sí mismos, van a darse cuenta de que están haciendo referencia a conductas relacionales. De modo que uno puede caracterizar a todas las emociones en forma de conductas relacionales. Vamos a caracterizar la emoción mas fundamental de todas: "el amor".

"Cuando vemos conductas relacionales a través de las cuales el otro, otra o uno mismo, surge como legítimo otro en convivencia con uno, decimos que vemos (distinguimos) amor". Lo que distinguimos cuando distinguimos amor, es un modo de relacionarnos. Una emoción particular aparece ante el observador cuando él o ella ve que se dan ciertas conductas racionales. Atiendan a Uds. en su vida cotidiana al uso de la palabra amor o amoroso, y verán que esas palabras connotan, denotan o evocan la clase de conductas relacionales que mencione hace un momento. La expresión "legítimo" sólo quiere decir el otro, la otra o uno mismo no tiene que disculparse por ser. Cada vez que alguien se disculpa por ser revela que se encuentra en un espacio en el cual no surge en su legitimidad en relación con los otros. La primer pregunta fundamental fue ¿cómo hacemos lo que hacemos? la segunda pregunta fundamental es ¿cómo es que amamos?. Fíjense que interesante, hablamos del amor como un aspecto fundamental de nuestra existencia. ¿Cómo pasa que el amor es eso? Al mismo tiempo lo podemos negar, podemos negar amar. ¿Cómo es que amamos en circunstancias que podemos negar el amar?. 

Amar es moverse en el dominio de las conductas relacionales a través de las cuales el otro, la otra o uno mismo, surge como legítimo otro en convivencia con uno. 

Extractos de la conferencia de apertura de las Jornadas del amor en la terapia. Barcelona 17 de Noviembre de 2000. Humberto Maturana. 


Re adaptación editorial César Covi
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